
En días pasados hemos podido contemplar gigantescas olas en el norte de España. Un espectáculo que nadie debería perderse. La naturaleza nos muestra así apenas un atisbo de su poder y nos recuerda nuestra propia debilidad y la arrogancia de nuestros actos.
Por fin las lluvias hacen acto de presencia en mi ciudad. Aunque en el norte sufran los temporales, al menos gozan de un paisaje inigualable. Una bella competición entre el litoral azul y el interior, cubierto por un manto verde donde quiera que mires. Ocurre sobre todo en Asturias y Lugo. En Cantabria, por desgracia, la especulación y la gente sin escrúpulos han mermado terreno a la belleza. Veo construcciones
