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Mostrando entradas de 2009

Gente

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Como dice la canción "Somos una marea de gentes, todos diferentes, remando al mismo compás". En estos días festivos la gente se mueve con un objetivo común: diversión. En pocas ciudades se verán las terrazas a 5 ó 6 grados, llenas de personas tomando chocolate con churros, o lo que se tercie, como en Madrid. La ciudad se ha llenado de luces y todo tipo de grupos humanos buscando felicidad. Unos hacen fotos, otros se compran gorritos con forma de reno, los más deambulan de un lado a otro observando a los demás. Una auténtica marea humana se desliza bajo las luces navideñas. Llega el tiempo de celebrar y formular buenos deseos. Los problemas del mundo cada vez más terribles, se aparcan en aras del disfrute. Nada nuevo bajo el sol. La humanidad es como es. En fin, ¡Felices Fiestas para todos! y si tenéis unos días no dejéis de visitar Madrid. Merece la pena sentir su calor en pleno invierno.

Norte de España; siempre verde

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En días pasados hemos podido contemplar gigantescas olas en el norte de España. Un espectáculo que nadie debería perderse. La naturaleza nos muestra así apenas un atisbo de su poder y nos recuerda nuestra propia debilidad y la arrogancia de nuestros actos. Por fin las lluvias hacen acto de presencia en mi ciudad. Aunque en el norte sufran los temporales, al menos gozan de un paisaje inigualable. Una bella competición entre el litoral azul y el interior, cubierto por un manto verde donde quiera que mires. Ocurre sobre todo en Asturias y Lugo. En Cantabria, por desgracia, la especulación y la gente sin escrúpulos han mermado terreno a la belleza. Veo construcciones a veces invadiendo las playas, otras en lo alto de acantilados y no puedo evitar llenarme de rabia. La estupidez y la ambición no tienen límites. No obstante trataremos de seguir disfrutando de lo que aún no han destrozado. Todavía quedan bellos rincones, como los de las fotos, donde dar recreo a los sentidos.

Estambul. Entre Europa y Asia.

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Todavía estoy asimilando los millones de estímulos que una ciudad como Estambul puede ofrecer. Olores, sabores y colores se entremezclan en el cerebro sin piedad ni descanso para sumergirte en un mundo diferente al de las ciudades occidentales. Si hay un lugar donde me he sentido segura y relajada ha sido en Estambul. El ruido es apabullante y apenas hay sitios convenientemente indicados para cruzar las calles. Sin embargo este caos organizado se te mete en el cerebro y ya no te deja pensar en otra cosa. Debajo de la apariencia hostil se esconde una gente amable y respetuosa con los visitantes, y ciertamente hay que reconocer que somos muchísimos. Las zonas turísticas se ven invadidas por miles de turistas de múltiples nacionalidades. Los vendedores turcos, hábiles donde los haya, te intentan hablar en tu idioma materno y sueltan las últimas frases de moda en tu país. Cuando yo he estado todos los tíos eran "Antonio Banderas". Resulta gracioso. No son tan pesados como en e

Toledo, la ciudad de los 1000 rincones.

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Romanos, visigodos, árabes y cristianos conformaron sus calles y su historia. Pasearse por ella es sentir los millones de voces de otros tiempos que nos cuentan las leyendas y misterios que allí ocurrieron. Hablo de la Toletum de los romanos, nuestra Toledo. Punto de referencia de escritores, escultores, arquitectos e infinidad de otros artistas que vieron en ella fuente inagotable de inspiración. En Toledo uno encuentra una enorme variedad de monumentos. Su catedral domina el promontorio sobre el que se asienta, junto con el Alcázar, monumento de triste recuerdo para los españoles. Pero a mi lo que más me gusta es el intrincado trazado de sus calles empinadas, que hacia una lado o hacia el otro te conducen hasta el Tajo, que la rodea como un amante celoso, casi por todas partes. Ahora se acerca la Semana Santa y como en muchas ciudades españolas comienza el espectáculo. Para los creyentes momento sublime del año. Para los no creyentes una curiosa e increíble manifestación del fe

Strasbourg, ciudad alegre y elegante, o como dicen los franceses, "ville charmante"

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Estrasburgo ciudad europea de aires alemanes y corazón francés. Capital de Alsacia, zona que históricamente ha sido moneda de cambio entre Francia y Alemania. Hoy se asoma alegre y despreocupada al majestuoso y bravo rio Rhin que sirve de frontera entre los dos países en estas tierras. Visitar Estrasburgo es sumergirse en el pasado para despertar en el presente en el mundo de las instituciones europeas (Estrasburgo es sede del Consejo de Europa y el Tribunal de Derechos Humanos entre otras). La petite France nos remonta al siglo XVII y nos sorprende con sus estrechas calles y canales, llenas de casas donde se practicaban oficios tales como el de curtidor, pescador o molinero. Hoy dia, multitud de barcos la pasean repletos de turistas admirados ante su belleza. Cuenta con unas esclusas donde se salva el desnivel del rio Ill que la recorre. La reina de todas ellas es Le Barrage Vauban o Gran Esclusa. Desde su terraza se puede contemplar una curiosa y agradable vista del

Esquí en Navafría (Segovia)

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Para aquellos a los que el esquí alpino se os resista, como a mi, he encontrado otra opción más factible: el esquí nórdico. Las ventajas sobre el primero son sobre todo las botas, mucho más llevaderas, y los esquís menos pesados. Te permite acercarte a la montaña en estación invernal y recorrerla por caminos que de otro modo serían imposibles de andar. Yo hice mi estreno en Navafría en plena Sierra de Guadarrama y tengo que confesar que aunque magullada por las caídas y agotada por el recorrido fue una experiencia fantástica. Deslizarse en las cuestas a toda velocidad, sintiendo el aire frio en la cara, es una sensación magnífica. Lo recomiendo. Yo opté por una clase de cuatro horas con profesor, creo que para iniciarse es fundamental, y la verdad no resulta demasiado caro. Merece la pena. Por si queréis más información: www.navafriaesqui.com Como siempre y para completar el dia y compensar el esfuerzo, Pedraza queda a unos 12km y Lozoya a 10. En cualquier sitio se puede comer bie

Burgos. Historia, modernidad y buen ambiente

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T ierras de frío llenas de encanto. Burgos , provincia de la que ya he hablado, continúa fascinándome por lo acogedor de sus rincones. En su capital, te puedes relajar mientras recorres su bonito paseo del Espolón, frondoso en verano y bosque petrificado en invierno ( los plátanos que lo bordean se dan la mano en el centro del paseo conformando un curioso pasillo). Testigo mudo es la castañera de bronce , esa mujer anciana y encantadora que aparece en nuestra memoria y perfectamente reflejada en la estatuta que vigila el paseo. Al final del mismo esa otra estatua imponente por su leyenda, la del Cid . Pero entremedias podremos contemplar y admirar el Arco de Santa María , una de las doce puertas que tenía la ciudad en la Edad Media. Al poco de atravesarlas nos sorprenderá la visión de su siempre hermosa catedral. Y para recibirnos, otra broncínea figura: la del peregrino, que sentado en un banco parece reposar del cansado Camino.  Tomando la calle Virgen de la Paloma y luego a

Cantabria infinita

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Así reza la publicidad institucional de la región. Pero hay que reconocer que es cierta, pues infinitas son las posibilidades de entretenimiento. Un lugar donde, cuando no llueve, se entremezclan los azules y verdes del cielo, la tierra y el mar. Mucho más cercana ahora al resto de España gracias a las "anchoitas y los sobaos" que "Revilluca" como le llaman allí, regala al presidente Zapatero. Pero además de estas delicias típicas hay otras muchas: las rabas sin ir más lejos (calamares). Difíciles ya de encontrar las auténticas que le dieron nombre al plato, es decir las patitas del peludín, pero no por eso menos ricas, están las que se pueden comer en el afamado "Rey de las rabas" Gelín en la calle Vargas de Santander. Cerca del Río de la Pila en la misma ciudad nos encontramos con el bar restaurante Expreso en la calle Santa Lucía, que también tiene unas deliciosas rabas, un buen paté de cabracho y mollejitas empanadas. Otro capricho culinario a la