Pulpo a la gallega y más.


Lo venden congelado, al vacío, ya cocido… pero yo soy de las que prefiero hacerlo cuanto más natural mejor. Así que el día que tengo ánimo y  le veo buena pinta en la pescadería me lo llevo a casa y lo preparo yo misma, que hoy por hoy es la mejor manera de disfrutar de un plato de calidad, rico, rico y sabiendo lo que me como.

Es un alimento rico en yodo por lo que fortalecerá nuestro cabello, uñas y piel. Tiene además vitaminas del grupo B que interviene en la producción de energía a nivel celular  Vitamina A que favorece el crecimiento óseo y muscular, combate infecciones. Y lo mejor es muy bajo en calorías y grasas. Tiene además calcio y hierro. En fin, que está buenísimo y además de beneficiarnos no engorda. ¿qué más se puede pedir?

Es fundamental congelarlo previamente porque así nos aseguramos de que esté más blandito. Tradicionalmente en las zonas costeras donde se pescaba este cefalópodo lo golpeaban contra la roca cogiéndolo por la cabeza y ablandando a base de golpes los tentáculos.

Pasamos a la elaboración propiamente dicha, que consiste en calentar agua en una marmita (o cazo grande) y cuando hierva hacer tres inmersiones rápidas del pulpo.  E inmediatamente después dejarlo dentro del agua. Cocer entre media y una hora si es de un tamaño mediano, comprobando el punto de cocción con una aguja o tenedor,  de manera que esté blando pero que ofrezca resistencia. Sacad cuando esté en su punto y trocead con unas tijeras.
Previamente habremos cocido patatas y loncheado las mismas o hecho cuadraditos donde alojaremos el pulpo junto con un poco de sal gorda, aceite de oliva y pimentón.

 Si queréis darle un toque diferente se puede preparar una salsa de tomate con perejil, vino blanco, una pizca de pimienta y sal. Disponed de una loncha de patata, un poco de la salsa, encima el pulpo, espolvoread con pimentón y regad con un buen aceite de oliva.
¡delicioso!

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